martes, 22 de julio de 2014

CONCURSO POESIA CORAL 2014 "HOMENAJE A LAS LETRAS PERUANAS"

CONCURSO POESIA CORAL 2014 "HOMENAJE A LAS LETRAS PERUANAS"






Los estudiantes del VII ciclo de Educación Secundaria participaron del Concurso de Poesía Coral 2014 "Homenaje a las Letras Peruanas", rindiendo Homenaje al centenario del nacimiento de José María Arguedas.

Poesía titulada: "UN LLAMADO A LOS DOCTORES"
Autor: José María Arguedas
Docentes Asesoras: Prof. Lizzy Mancilla, Prof. Karina Cuito y Prof. Angélica Quiroga.



Abril es el Mes de las Letras en el Perú desde que Augusto Tamayo Vargas lo instituyera como tal. Una de las razones fundamentales de Tamayo Vargas era que en este mes nacieron figuras literarias como el Inca Garcilaso de la Vega, Abraham Valdelomar y Carlos Oquendo de Amat, entre otros; mientras que también murieron otros grandes escritores  como Pedro Peralta Barnuevo, José Carlos Mariátegui, José María Eguren y César Vallejo, entre otros. Y había que conmemorarlos a todos juntos. Coincidentemente, a nivel internacional Charles Baudelaire y Gabriela Mistral nacieron en abril; y William Shakespeare, Miguel de Cervantes Saavedra y Sor Juana Inés de la Cruz murieron en este mes especial. Son muchas coincidencias como para dejarlas pasar desapercibidas.


Poesía titulada: "UN LLAMADO A LOS DOCTORES"
Autor: José María Arguedas


BREVE ANÁLISIS DE SU LETRA:

Sera cierto que son los doctores los que, conociendo la cultura andina, niegan sus posibilidades futuras. «A la cultura quechua la están aniquilando o tratando de aniquilar planificadamente y creo que con el propio auxilio de un equipo de pseudo-etnólogos»1 Es precisamente a ellos a quienes se refiere y con quienes «polemiza» en su célebre poema Llamado a algunos doctores:


«Dicen que ya no sabemos nada, que somos el atraso, que nos han de cambiar la cabeza por otra mejor.
Dicen que nuestro corazón tampoco conviene a los tiempos, que está lleno de temores, de lágrimas...
Dicen que algunos doctores afirman eso de nosotros; doctores que se reproducen en nuestra misma tierra, que aquí engordan o que se vuelven amarillos. (...)

¡No huyas de mí, doctor, acércate! Mírame bien, reconóceme ¿Hasta cuándo he de esperarte? (...)
Sabemos que pretenden desfigurar nuestros rostros con barro; mostrarnos así, desfigurados, ante nuestros hijos para que ellos nos maten.

Sin falso tremendismo se puede decir que este poema fue escrito en trance de muerte. En efecto, un mes después ocurrirá el primer intento de suicidio de Arguedas en abril de 1966, cuando quiso irse de este mundo tomando el barbitúrico Seconal, acorralado por las tensiones de su divorcio reciente, el alejamiento de sus amigos por esa misma causa, la adaptación al nuevo hogar formado con Sybila y sus hijos, los problemas administrativos que debía resolver estando en la dirección del Museo Nacional de Historia, los recortes en los presupuestos de las universidades, etc., etc. Pero, ¡cuidado!, no se puede ver al poema como si fuese una declaración, un testimonio de parte. Hay que respetar su carácter «ficcional», por así decir, su calidad de lenguaje, no convencional sino simbólico y emotivo. El poema básicamente expresa sentimientos, estados de ánimo; no es una reflexión sobre los intelectuales peruanos, aunque sí forme parte de su contenido, pero ese contenido está velado, retrabajado y encerrado en el lenguaje poético, en las metáforas y las analogías. Según Miguel Angel Huamán, este poema debe verse como «una invocación al diálogo, diálogo trunco entre las dos humanidades: su mundo andino y el mundo occidentalizado»2
Finalmente, hay una nota que distingue y separa a la praxis intelectual de Arguedas de la de estos «doctores» y es que para el escritor —como para Vallejo— la literatura es o debe ser un testimonio de la vida del artista, no una simple ficción o ejercicio de la imaginación. Antes de que los existencialistas formularan sus tesis sobre el escritor comprometido, ya Arguedas tenía formulado su plan para ganarse la representación de un pueblo en la lucha por hacerse de un lugar en la mente de los peruanos: criollos, mestizos e indios. La carta que le deja al editor argentino Gonzalo Lozada es un alegato en favor de un escritor-actor, un escritor-transformador, un escritor-combatiente.«Como estoy seguro que mis facultades y armas de creador, profesor, estudioso e incitador, se han debilitado hasta quedar casi nulas y sólo me quedan las que me relegarían a la condición de espectador pasivo e impotente de la formidable lucha que la humanidad está librando en el Perú y en todas partes, no me sería posible tolerar ese destino. O actor, ... o nada.» 3
Para Arguedas, el papel de los intelectuales en la formación de una nueva cultura, de una nueva conciencia nacional reintegrada con su pasado indígena, es fundamental. Luego de haber sostenido una polémica con un antropólogo norteamericano en el Congreso de Americanistas realizado en La Plata, Argentina escribió el artículo «La cultura: un patrimonio difícil de colonizar» en donde denunció los planes de las potencias destinados a consolidar su dominación mediante «la aplicación de un proceso de colonización cultural» a través de los nuevos medios de comunicación. Pero dice que esos planes están destinados al fracaso porque «Los países latinoamericanos sustentados por una tradición indígena milenaria, han logrado nutrir a sus creadores con el fondo total de esta tradición (...) ¿A quiénes se dirige, entonces, la empresa «colonizadora»? A la gran masa. Se trata de hacer impermeable a la gran masa para la comunicación con los creadores de su propio país y, al mismo tiempo, con los de todos los países del mundo»44. De este lúcido diagnóstico de los factores políticos que intervienen en la formación de una óptica ideológica en los intelectuales —y en general de los que tienen el privilegio de educarse— de un país pobre y de los cuales ellos mismos no son concientes, surge una tarea que les señala y que ilumina las palabras de su «Llamado a algunos doctores»: sean fieles al pueblo, beban en el pozo de sus tradiciones míticas, comunitarias y no competitivas, asimilando las grandes ideas y técnicas de la cultura occidental; sólo así serán creativos y no sólo sus imitadores.


No, hermanito mío. No ayudes a afilar esa máquina contra mí; acércate, deja que te conozca; mira detenidamente mi rostro, mis venas; el viento que va de mi tierra a la tuya es el mismo; el mismo viento respiramos; la tierra en que tus máquinas, tus libros y tus flores cuentas, baja de la mía, mejorada, amansada. (...)
UNA MUY BONITA POESÍA LLENA DE MUCHA REFLEXIÓN.

1 JMA. Recuerdos de una amistad, carta a Alejandro Ortiz, p. 243
Poesía y utopía andina. DESCO, Lima, 1988, p. 112
Carta de JMA a Gonzalo Lozada, agosto y noviembre de 1969. JMA, Obras Completas, V Tomo. "El zorro de arriba, el zorro de abajo". Epílogo. Editorial Horizonte. Lima, 1983.

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